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Syaoran Deschain
por Syaoran Mar Mar 08, 2011 10:55 pm
Nombre Mortal:Syaoran Deschain
Nombre de Mago: Absconditus 838 — El León de su Inmaculada Divinidad
Sexo: Masculino
Edad: 16
Ocupación: Mago.
Iglesia: Católica Romana
Hechizo: -
Historia: Syaoran nació en Man a finales del siglo XIX, bajo el seno de una amorosa familia, en un pueblo ambientado en una pacífica villa próspera que traería al país un hermoso futuro. A los 16 años, Syaoraon fue enviado a servir a la guerra con su padre, a pesar de que el mismo gobierno sugería que enviar a jóvenes no era tan necesario, ya que los primeros conflictos no involucraban a su país, pero sin más, su padre lo llevó consigo, dejando a su madre y a su hermana atrás.
Jamás había escuchado hablar de ellos: los magos.
Y no esperaba acabar viendo a uno en el bando enemigo de la guerra.
Era un monstruo.
Con sólo tocar el rostro de las personas, estos se derretían, desmoronaban o carcomían por la sobrenatural fuerza de sus palmas, o ni siquiera estaba seguro de que aquel viejo hombre siquiera aplicaba algo de presión en sus dedos para causar tan jodidamente demencial homicidio.
Durante la batalla del Somme, Syaoran fue herido de gravedad, aunque muchas de sus heridas no eran letales, no importaba, estaba seguro de que moriría ahí, junto a su padre, quién asomaba una mueca parecida a una sonrisa, con unas cuencas oscuras en lugar de ojos por los que lloraba sangre. Las tropas inglesas se retiraban, el mago francés era alguien que sería imposible poder hacerle frente, jamás lo olvidaría... era un hombre rubio, atractivo, de mediana edad y ojos brillosos como un par de monedas de plata, vestía ropa que jamás había visto en su vida: pantalones negros, bastante pulcros, una especie de gabardina sin mangas pero más corta y menos abultada, y una especie de calceta que le enredaba el cuello, su nombre: Linoge.
Jamás supo el resultado de la guerra, jamás sabrá si su hermana se casó, si su madre consiguió a alguien más a quien poder amar, si el país iba a prosperar tanto como decían los periódicos o la vieja radio que se encontraba cerca de la chimenea. No sabía si iban a derramar lágrimas por ellos, ni cuantas vidas se perdieron aquel día... pero si sabía que las cortas uñas de Lingoe se convertían en garras una vez que este le aprensó por el cuello. Fue demasiado rápido, corrió y tropezó con su arma, aún veía el cuerpo de su padre, sonriendo. Pero no estaba en shock, era lo bastante consciente como para saber que era lo que sucedía a su alrededor. Los oídos estaban tapados por las balas y las granadas que estallaban a su alrededor, pero eso ya no importaba. No despertó de su trance hasta que Linoge estuvo unos diez metros delante suyo, un par de soldados corrían desesperadamente tratando de huir de él en vano. Llevaba un bastón con cabeza de lobo, lo cogía de la parte inferior y con la empuñadura golpeaba a su alrededor con bastante gracia, aunque creía que aquellos golpes eran sobrehumanos. A sus alrededores, aquellos que pronunciaban un "Yes, sir" y no un "Oui, monseir" eran bañados en sangre sin excepción.
Las garras le atravezarón el cuello. No se resistió.
Cayó como una muñeca de trapo al suelo. Estaba muerto.
Misión Despertares:
Se encontraba en Times Square, a finales del siglo XX, leía un viejo periódico como los que solía leer cuando su padre traía uno después de haber vuelto de la capital inglesa. Sorbía el café con singulgar discreción, mientras las miradas sobre él no se ausentaban. A pesar de ser un adolescente, vestía bastante formal, a pesar de que sus ropas asemejaban a Sherlock Holmes, le quedaban bastante bien, ahora llevaba una corbata, lo que hace unos meses (o mejor dicho, casi un siglo) pensó que era una calceta o una especie de bufanda que no salvaría a nadie
— ¿Tokio? — preguntó en un tono desinteresado, llevandose una pequeña galleta a la boca.
Linoge se encontraba frente suyo, ahora aparentaba ochenta años, era un viejo y carcomido anciano con los ojos de un niño, los dientes blancos, rectos y que aún conservaba su atractivo incluso con mujeres jóvenes. Linoge se hallaba frente a él, con los dedos entrecruzados y sin ningún platillo en frente suyo, a diferencia de Syaoran, que además de varios dulces y galletas, tenía dos tazas de café humeante.
— Pseudo-magos los llamaría yo. — dijo Linoge mientras posaba su vista hacía las calles atrajeadas de gente que corría de un lado a otro, tratando de ganar un taxi. — Hay un castillo en los alrededores. Pertenece a un viejo... compañero. Lo reconocerás enseguida... Gin.
Syaoraon alzó la vista por fin, leía un artículo sobre actos terroristas causados en el otro lado del mundo, las imágenes eran terriblemente escalofriantes, una toma aérea de toda el área afectada, un hoyo enorme, como una huella de Godzilla se había llevado toda una manzana.
— Y quieres que vaya a hacer de fiel vasallo.
Linoge sonrió.
— En absoluto. — tendió un pasaporte en la mesa. — Te veré en Kiev cuando acaben los preparativos en seis meses. — se levantó y sin decir más, el viejo se despidió de la dueña del local, como si la conociera de toda la vida, cogió un abrigo y su sombrero del perchero y se perdió en el mar de automóviles.
Syaoran levantó entonces los papeles, dejó el resto de la comida intacta y dejó un par de billetes en la mesa, perdiéndose como un fantasma.
Fisico: Syaoran mide 1,80 m, de cabello castaño, delgado y brillante. Ojos marrones, grandes y penetrantes. De tez blanca y de cuerpo musculoso, aunque claramente no exageradamente. Un rostro inexpresivo es el que siempre se le verá.
Habilidad: Erudito en Alquimia, Codificación de Runas, Astronomía y Sellos Mágicos, además de habilidoso espadachín. Además de ser capaz de controlar la Gravedad en cualquier objeto o ser vivo.
Gustos: El café, literatura, historia universal, los espers (en cierta forma) y coleccionar latas.
Imágen:
Nombre de Mago: Absconditus 838 — El León de su Inmaculada Divinidad
Sexo: Masculino
Edad: 16
Ocupación: Mago.
Iglesia: Católica Romana
Hechizo: -
Historia: Syaoran nació en Man a finales del siglo XIX, bajo el seno de una amorosa familia, en un pueblo ambientado en una pacífica villa próspera que traería al país un hermoso futuro. A los 16 años, Syaoraon fue enviado a servir a la guerra con su padre, a pesar de que el mismo gobierno sugería que enviar a jóvenes no era tan necesario, ya que los primeros conflictos no involucraban a su país, pero sin más, su padre lo llevó consigo, dejando a su madre y a su hermana atrás.
Jamás había escuchado hablar de ellos: los magos.
Y no esperaba acabar viendo a uno en el bando enemigo de la guerra.
Era un monstruo.
Con sólo tocar el rostro de las personas, estos se derretían, desmoronaban o carcomían por la sobrenatural fuerza de sus palmas, o ni siquiera estaba seguro de que aquel viejo hombre siquiera aplicaba algo de presión en sus dedos para causar tan jodidamente demencial homicidio.
Durante la batalla del Somme, Syaoran fue herido de gravedad, aunque muchas de sus heridas no eran letales, no importaba, estaba seguro de que moriría ahí, junto a su padre, quién asomaba una mueca parecida a una sonrisa, con unas cuencas oscuras en lugar de ojos por los que lloraba sangre. Las tropas inglesas se retiraban, el mago francés era alguien que sería imposible poder hacerle frente, jamás lo olvidaría... era un hombre rubio, atractivo, de mediana edad y ojos brillosos como un par de monedas de plata, vestía ropa que jamás había visto en su vida: pantalones negros, bastante pulcros, una especie de gabardina sin mangas pero más corta y menos abultada, y una especie de calceta que le enredaba el cuello, su nombre: Linoge.
Jamás supo el resultado de la guerra, jamás sabrá si su hermana se casó, si su madre consiguió a alguien más a quien poder amar, si el país iba a prosperar tanto como decían los periódicos o la vieja radio que se encontraba cerca de la chimenea. No sabía si iban a derramar lágrimas por ellos, ni cuantas vidas se perdieron aquel día... pero si sabía que las cortas uñas de Lingoe se convertían en garras una vez que este le aprensó por el cuello. Fue demasiado rápido, corrió y tropezó con su arma, aún veía el cuerpo de su padre, sonriendo. Pero no estaba en shock, era lo bastante consciente como para saber que era lo que sucedía a su alrededor. Los oídos estaban tapados por las balas y las granadas que estallaban a su alrededor, pero eso ya no importaba. No despertó de su trance hasta que Linoge estuvo unos diez metros delante suyo, un par de soldados corrían desesperadamente tratando de huir de él en vano. Llevaba un bastón con cabeza de lobo, lo cogía de la parte inferior y con la empuñadura golpeaba a su alrededor con bastante gracia, aunque creía que aquellos golpes eran sobrehumanos. A sus alrededores, aquellos que pronunciaban un "Yes, sir" y no un "Oui, monseir" eran bañados en sangre sin excepción.
Las garras le atravezarón el cuello. No se resistió.
Cayó como una muñeca de trapo al suelo. Estaba muerto.
Misión Despertares:
Se encontraba en Times Square, a finales del siglo XX, leía un viejo periódico como los que solía leer cuando su padre traía uno después de haber vuelto de la capital inglesa. Sorbía el café con singulgar discreción, mientras las miradas sobre él no se ausentaban. A pesar de ser un adolescente, vestía bastante formal, a pesar de que sus ropas asemejaban a Sherlock Holmes, le quedaban bastante bien, ahora llevaba una corbata, lo que hace unos meses (o mejor dicho, casi un siglo) pensó que era una calceta o una especie de bufanda que no salvaría a nadie
— ¿Tokio? — preguntó en un tono desinteresado, llevandose una pequeña galleta a la boca.
Linoge se encontraba frente suyo, ahora aparentaba ochenta años, era un viejo y carcomido anciano con los ojos de un niño, los dientes blancos, rectos y que aún conservaba su atractivo incluso con mujeres jóvenes. Linoge se hallaba frente a él, con los dedos entrecruzados y sin ningún platillo en frente suyo, a diferencia de Syaoran, que además de varios dulces y galletas, tenía dos tazas de café humeante.
— Pseudo-magos los llamaría yo. — dijo Linoge mientras posaba su vista hacía las calles atrajeadas de gente que corría de un lado a otro, tratando de ganar un taxi. — Hay un castillo en los alrededores. Pertenece a un viejo... compañero. Lo reconocerás enseguida... Gin.
Syaoraon alzó la vista por fin, leía un artículo sobre actos terroristas causados en el otro lado del mundo, las imágenes eran terriblemente escalofriantes, una toma aérea de toda el área afectada, un hoyo enorme, como una huella de Godzilla se había llevado toda una manzana.
— Y quieres que vaya a hacer de fiel vasallo.
Linoge sonrió.
— En absoluto. — tendió un pasaporte en la mesa. — Te veré en Kiev cuando acaben los preparativos en seis meses. — se levantó y sin decir más, el viejo se despidió de la dueña del local, como si la conociera de toda la vida, cogió un abrigo y su sombrero del perchero y se perdió en el mar de automóviles.
Syaoran levantó entonces los papeles, dejó el resto de la comida intacta y dejó un par de billetes en la mesa, perdiéndose como un fantasma.
Fisico: Syaoran mide 1,80 m, de cabello castaño, delgado y brillante. Ojos marrones, grandes y penetrantes. De tez blanca y de cuerpo musculoso, aunque claramente no exageradamente. Un rostro inexpresivo es el que siempre se le verá.
Habilidad: Erudito en Alquimia, Codificación de Runas, Astronomía y Sellos Mágicos, además de habilidoso espadachín. Además de ser capaz de controlar la Gravedad en cualquier objeto o ser vivo.
Gustos: El café, literatura, historia universal, los espers (en cierta forma) y coleccionar latas.
Imágen:
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Última edición por Syaoran el Vie Mar 11, 2011 11:16 am, editado 5 veces
Syaoran- New User
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Re: Syaoran Deschain
por Kintoki Mar Mar 08, 2011 10:56 pm
ekivokado XDDDDDD
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ACEPTADO CLAROOOOO
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ACEPTADO CLAROOOOO
Kintoki- Sensei
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