(Flashback) Llamada de Linoge

por **Syaoran** Jue Mar 10, 2011 8:56 pm

Puso el libro en el estante.
Y se secó el sudor de la frente.

Varias voces en coro se escuchaban a las afueras de la Biblioteca, demasiados fieles se habían consagrado en frente de la Basílica de San Pedro, al parecer el Papa se encontraba en su palco haciendo quién sabe qué. Nadie le había apremiado para que se dirigiera de inmediato, una fortuna, era un día atareado, pero no tanto como la mayoría.

Y un teléfono sonó.
Eran nuevos, estaban pulcros, y brillaban de limpios.
Aún así, los teléfonos tenían pinta de tener más de un siglo, eran parecidos a los que usaban cuando él era un crío, tenían rendijas y por los hoyos se metían los dedos para darles vuelta y llamar a dónde a uno le placía.

El aura tensa se calmó cuando un viejo sacerdote contestó.
Sus susurros apenas eran perceptibles para el chico.
Después de asentir dos veces con la cabeza, y decir algo parecido a una disculpa, tapó la bocina con una mano y se dirigió al chico. Tenía una llamada.

Syaoran se apartó del enorme librero, que casi llegaba hasta la cúpula de la inmensa biblioteca.
El hombre le cedió el teléfono, y este lo recibió dando las gracias. El sacerdote le dio una bendición.

— ¿Linoge?
— Chico.
— ¿Como conseguiste el teléfono de la Biblioteca?
— Podría conseguir el del mismo Papa si siquiera. Ahora... creo que tenemos que hablar.
— Bien.
— Por aquí no.
— No entiendo, para éso se inventaron los teléfonos, para evitar verles la cara a los indeseables con los que uno inevitablemente tendría que hablar.

Linoge rió.

— Aún tienes algo de sentido del humor.
— ...
— ¿Qué tal en Times Square el día 7?
— Suena como algo importante, aunque no urgente.
— Presto.
— Bien, de todas formas tenía que ir a la Iglesia Católica de Albany esta semana.
— Viajas mucho chico. Por fortuna así no tendré que usar la AE para traerte acá arrastrando.
— No era necesario. ¿De que va todo ésto?
— Has escuchado sobre Ciudad Academia. — no era una pregunta.
— Ajá.
— Bien.

Colgó.
El chico desconcertado colgó la bocina.
Suspiró y sin más, se perdió de nuevo entre las estanterías.