Intentando despejarme... ***Privado***

Si hubiese existido una forma, una simple, aunque hubiese sido mínima y banal, manera de poder llegar a inyectarse cafeína directo a las venas, él, sin duda alguna, la hubiese probado. Aquél cálido líquido se había convertido, con el pasar de los años, en una de sus pequeñas debilidades, bueno, de hecho se había convertido en una de las más grandes. De pasar a odiarlo cuando pequeño, lo había pasado a disfrutar cuando fue creciendo. Y quizás, se debía en parte a su padre, sí, definitivamente él tenía la culpa de su adicción a la cafeína. Todas las mañanas se levantaba junto con él, asistía a la escuela y después pasaba a su oficina, allí siempre había un café para ella sobre el escritorio del mismo, era los quince minutos que siempre compartía con él: el momento del café. De ser un capricho de dos días, se fue convirtiendo en una rutina y, finalmente, en una adicción.

Aquella mañana era particularmente helada y especial.El bullicio que había en el lugar era, relativamente, habitual. Algunas personas pasaban a su lado sin siquiera fijarse en su presencia, otras, en cambio, se detenían a mirarla, pero después pasaban de largo. Acostumbrada estaba a llamar la atención, aunque ella jamás la había pedido ni deseado, por ello siempre vestía de manera tan sobria y simple.

Pidió un café, el de siempre, un capuccino vainilla y un paquete de galletas dulces que usualmente compraba durante las mañanas cuando tenía previsto no comer demasiadas cosas dulces a lo largo del día. Se dirigió hacia una de las mesas vacías del lugar y tomó asiento.

-Buff...-musitó mientras se llevaba una galleta a la boca-