el regreso de Cha-Chi (CERRADO)

Cha-chi estaba llegando de un largo viaje a china que habia hecho con la intencion de conseguir una nueva daga y algo tan poderoso como para destruir a esa chica extraña y plana, estaba cansada, el viaje habia tardado mas de un mes, y teniendo en cuenta que fue y regreso nadando, nisiquiera habia pasado por su habitacion al llegar a la ciudad,jadeante se acerco a la entrada del instituto para reportarse cuando se aparecio...

Debía ser una especie de ilusión.
No cabía duda alguna.

Creí que había sido deportada, de hecho, había llamado a Migración para reportarles que una chica china asesina acechaba la escuela. Creí, creí... que se la habían llevado en redes y en una caja de FRAGILE hasta la Ciudad Prohibida y le habían obligado a regresar a su trabajo de cajera de un Oxxo chino. Pero no, ahí estaba de nuevo...

Pase de largo.
Fingí no verla y me di media vuelta apenas la vi en frente mío a unos 10 metros.
Estornudé y traté de caminar rápida y discretamente, silbando felizmente.

Cha-Chi pudo observar que a unos metros de ella se acercaba una cara conocida, era aquel incompetente docente con barba de 4 dias y pelo desaliñado, parecia ignorarla, asi que acelero el paso y logro alcanzarlo para agarrarlo del hombro y mientras cha-chi jadeaba por la mezcla de deshidratacion, hambre y cansancio le casi ordeno a aquel inmundo ser[/color] -Comprame algo de comer ahora mismo!-

Casi suelto un grito.
Me sujetaba el hombro con una fuerza tremenda.
Sabía que no me dejaría ir cueste lo que cueste.

¿Pero que le pasó?
¿Acaso fue a la guerra de Darfur a robarle pan a los babuinos?
Seguía teniendo esa mirada asesina en los ojos, pero se le veía bastante debilitada.

— ¿Eh? ¿Comprar? — hurgué en mis bolsillos tanteando algunas monedas que tenía, uno de mis dedos tocó la goma de mascar que había dejado de saborear anteayer. Por suerte había dejado la billetera en casa, así que con comprarle alguna Cajita Feliz o una porquería de esas seguramente la haría feliz. — Eh, si claro...

Cha-chi entonces aprecio que el aspecto del maestro era el de un muerto de hambre y probablemente no tenia dinero, asi que con un tono burlon pronuncio -Bueno... parece ser que no llevas ni un cinco contigo, y no lo dudo por tus vestimentas, esa camisa deshilachada y los pantalones remendados te delatan, pero supongo que si vamos a la casa de empeño me daran algo por tus zapatos y podre comer algo digno-y con determinacion cha-chi arrastro al profesor hacia la casa de empeño mas cercana.

Calma Kin, calma, esta niña sólo quiere provocarte.
Esta claro, esos pantalones remendados me los había regalado mi abuela cuando fui a conseguir mi primer empleo de cajero del Estar Baks Cafi, no tenía porque decirles tan feo.

— Está bien niña, ya vale. — le paré el tren ya cuando me había jalado del cuello y la corbata arrastrandome las nalgas por dos cuadras y a punto de llegar al Monte de Piedad.

Me incorporé al instante.

— Bien, puedo comprarte... cualquier cosilla, te recomiendo la cafetería de la escuela. Todo lo que sirven allí está suculento. — Fingí hacer como si se me hiciera agua la boca y babee un poco para insitarla a ir allá.

Cha-Chi entonces vocifero con un tono prepotente,-comer en la cafeteria yo???, lo siento, pero yo solo como salmon...(apuntandolo con con la mano) si mas te vale que me lo consigas ahora mismo, (amenazante) o si nooo!!!-

Jamás esperó esa reacción en la chica.
Recordó entonces que las sopas instananeas Memechas venían ahora con pedazos de salmón, seguramente era atún corriente pintado de rosa salmón (vaya que... jojo).

Entró a un super mercado y adquirió un par.
Después entró a una tienda de electrodomésticos, pasó por el pasillo de los microondas y metió ambas.

— Bien, bien...

Cinco minutos después salió con ellas en ambas manos sostenidas con guantes de cocina.
Le tendió una a la chica.

— Aquí tienes. Ahora bebetela toda que olvidé los tenedores.

Cha-chi tomo esos extraños alimentos rapidamente y los empezo a consumir como si no hubiera comido en semanas(realmente era asi) y despues de acabarse rapidamente la primera sopa tomo la segunda arrebatandosela de la mano al profesor mientras apenas intentaba soplarle un poco para comersela y cha-chi se la acabo de un trago para luego observar la cara de sopresa de su profesor, y con un tono todavia mas prepotente que la primera vez y ademas con su vitalidad un poco aumentada dijo -Ahora estoy cansada, llevame cargando al edificio de alcobas de las chicas-

Anonadado, perplejo y rugiendole la barriga, miró a la chica con los ojos bien abiertos.

— Provecho. — se limitó a decir cuando la chica terminó su sopa y en seguida le arrebató la suya, bebiéndola como una quinceañera bebe del vodka que sus amigos le invitan a escondidas de sus padres después de la fiesta.

— Ah, ah. Lo siento. Tengo... clase ahora. — La verdad pensaba en no asistir a dar clase, pero aquella era una excusa perfecta para librarse de ella, pero de pronto pensó que ella estaba en la clase a la que iba a "enseñar" en estos momentos, así que en ese momento deseó que su lengua se transformara en arena de gato.

-Eso es algo que a mi no me importa- dijo Cha-Chi con cierta hostilidad en su voz y entonces se colgo de la espalda del profesor prensandose de su cuello, y de una forma que denigraba al maestro pronuncio-EAH,VAMOS MULA VIEJA, AVANZA, QUE NO TENGO TU TIEMPO- mientras pateaba en el riñon al infeliz hombre

Con una cara de querer maldecir incluso a su maldita madre, el amado y sensato profesor Kintoki se quedo calmado unos instantes aún cuando la chica que tenía encima empezaba a denigrarlo de tal forma, que algunos curiosos no pudieron apartar la mirada de semejante suceso, incluso se susurraban cosas, preocupados, o asustados, estos decidieron aumentar el paso y desaparecer de allí lo antes posible, seguramente pensaban que la chica que corresponde al nombre de Cha-Chi, era una especie peligrosa, la cual estaba siendo transportada a alguna celda por el hombre de cabellos azul-plateados con gafas y que apestaba a zoológico.

Suspiro.
Inhala.
Exhala.

— Bien chica, si eso es lo que quieres. — dijo tratando de parecer una persona calmada e inteligente, que sabe tratar cualquier situación como Homero Simpson no lo haría. Apretó sus dientes. Los hizo chirriar, sintió que el sólo hecho de hacer eso hacía que le aparecieran varias caries que no podrían ser arregladas jamás. — N-nos vamos al dormitorio de chicas.

Agarró sus piernas con sus dos manos apretandolas para que dejara de zarandearlas.
Luego jaló su corbata con los dientes, la aventó con la boca por encima del hombro haciendo que el cuerpo de Cha-Chi quedase junto al suyo, amarrandole los brazos consigo. dejando solo su cabeza libre.

— Cheeeeeseee.

viendo Cha-Chi que el maestro sumisamente obedecio sus ordenes no pudo evitar que una extraña mueca al parecer de satisfaccion se pintara en su cara, pudo notar que habia gente viendolos de una manera extraña, lo cual hizo pensar ha Cha-Chi -De seguro estan admirando mi gran belleza, no me sorprende, teniendo en cuenta en cuenta que esta ciudad parece un safari, cada mujer con apariencia de bestia que una se encuentra por estos lugares- mientras cha-chi estaba sumida en sus pensamientos no se percato de que ya estaban en la puerta de los dormitorios, en la cual aquel animal de cabalgar bipedo se detuvo, Cha-Chi estaba cansada realmente y ya no queria tratar con animales, asi que simplemente se bajo y avanzando sin voltear atras se logro escuchar que pronuncio -Gracias...por nada, imbecil.-, avanzo hacia su dormitorio, pero no estaba de humor para buscar su llave, solo queria descansar, asi que de una fuerte patada saco la chapa de la puerta de su lugar y empujando la puerta avanzo casi cayendode hasta su cama, en la cual se dejo caer como una piedra y entro en un largo sueño, probablemente del cual no se despertara por mucho rato...

Agotado. Quizás.
Se sacó un poco de cerilla del oído mientras veía que la chica se iba a la cama de su dormitorio.
Salió del edificio con cautela.

Estaba demasiado cansado.
Y la clase de ese día se había ido al traste.
Seguramente Kaito le reprocharía como una esposa cuarentona que porque llegaba tarde si salía de trabajar a las seis y llegaba con el cuello morado a su hermoso hogar.
— Estaba jugando al choquin geim, mi vida.

Tomó un taxi, tal como su abuela le había enseñado cuando estaban de vacaciones en Egipto y había que hacer parar a un par de árabes en sus coches amarillentos de una manera que según decía su abuela, no tendrías que darles un sólo centavo a esos cabeza de perro.