Talento para matar [arbierto]
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Talento para matar [arbierto]
Entre en la biblioteca desperezandome, que deliciosa noche de sueño luego del duro entrenamiento con Nana, toda mi baja autoestima y autocompacion desaparecieron a medida que mi mente y mi cuerpo recuperaban energia, ahora volvia a ser el de siempre, un ser vanidoso y listo para lo que le tire el mundo. Bueno, tal vez no tan vanidoso, habia comprobado que en el fondo tenia potencial y poderes incluso, tal vez "arrogante" se ajustara mas a mi persona.
No se porque entre en la biblioteca, supongo que unicamente tenia ganas de recorrer un poco el castillo pero aun no estaba de animos para salir. Recorri filas y filas de estantes, viendo grandes, viejos y polvorientos tomos de mil temas distintos, a medida que me sumergia mas los libros se volvian aun mas grandes, viejos y polvorientos. Llege incluso al punto en que no habia sino papiros.
Tal vez no deberia estar aqui... bueno, no podia irme sin ver al menos uno de esos papiros, tome el rollo de papel y este se desenrollo de golpe, mire a mi alrededor para comprobar que nadie me haia visto antes de comenzar a leer:
"El arte de la guerra, de Sun tzu" un largo testimonio d eun general sobre como se debia y como no se ebia encarar la guerra, por su aspecto debia de ser antiguo y valoso, mejor lo debolvia antes de que Gin me viera con el. Enrollarlo denuevo fue imposible asique lo doble como pde y lo escondi en el fondo del estante.
Iba a marcharme pero una puerta llamo mi atencion, estaba a solo dos metros de mi pero no la habia visto antes por su aspecto, tan antiguo como el de los pergaminos. Incluso tenia el mismo simbolo que uno de ellos, el mismo simbolo que el manual de la guerra. Demasiado tentador para ignorarlo.
La puerta se abrio con un perturbador chillido, pero mas inquietante fue lo que econtre dentro de ella. Estantes, un espacio de cuatro metros por tres repleto de estanntes cargados con armas y armaduras, armas de todo tipo y tamaño, suficiente como para nutrir a un pequeño ejercito. "Los despertares somos un pequeño ejercito" pense. ¿Coleccionaba Gin las armas d esus enemigos derrotados? Tenia la pinta de hacer esas cosas.
Habia un cajon contra un rincon, guardado casi escondido bajo el estante de unos curiosos escudos de madera y piel de cebra. Saque el cajon e intente abrirlo pero estaba cerrado, me deje llevar por el impulso de patear la cerradura pero la conciencia del error que eso seria lelgo despues de que la rompiera.
"Bueno, si Gin sabra que estube aqui al menos puedo saciar mis curiosidad" pense y abri el cajon. Iklwas, un cajon lleno de verdaderas espadas Iklwa zulues, cada una media poco menos de un metro, la mitad del arma era el largo mango de madera y la otra mitad el doble filo punzante:
Armas realmente bellas y letales, tome una entre mis manos y la sacudi para probar su resitencia al aire, era increible, tan filosa como una katana y mucho mas versatil, servia tanto para apuñalar com para cortar. Los zulues si que sabian hacer armas, segurmente a Gin no le molestaria que tome uno. Aunque, pensandoo bien, yo tenia dos manos y no pensaba usar escudo, tome un seundo iklwa y probe luchar contra un enemigo invisible con ambos al mismo tiempo, me sentia poderoso y habil, nadie me detendria con esas armas en mi poder.
Me coloque ambas armas cruzadas tras la espalda y me quede viendo el cajon, solo quedaba dos tercios de su contenido. "El iklwa tambien puede lanzarce, pero no seria buena idea quedarte sin armas en la batalla" pense maliciosamente y decidi tomar dos armas mas, asi me manejaria apartir de ahora, cuatro iklwas, dos cruzados tras la espalda y dos mas envainados en la cintura. SI algun dia nesesitaba mas ya sabia donde encontrarlos, ahora nesesitaba salir a probarlos al bosque.
No se porque entre en la biblioteca, supongo que unicamente tenia ganas de recorrer un poco el castillo pero aun no estaba de animos para salir. Recorri filas y filas de estantes, viendo grandes, viejos y polvorientos tomos de mil temas distintos, a medida que me sumergia mas los libros se volvian aun mas grandes, viejos y polvorientos. Llege incluso al punto en que no habia sino papiros.
Tal vez no deberia estar aqui... bueno, no podia irme sin ver al menos uno de esos papiros, tome el rollo de papel y este se desenrollo de golpe, mire a mi alrededor para comprobar que nadie me haia visto antes de comenzar a leer:
"El arte de la guerra, de Sun tzu" un largo testimonio d eun general sobre como se debia y como no se ebia encarar la guerra, por su aspecto debia de ser antiguo y valoso, mejor lo debolvia antes de que Gin me viera con el. Enrollarlo denuevo fue imposible asique lo doble como pde y lo escondi en el fondo del estante.
Iba a marcharme pero una puerta llamo mi atencion, estaba a solo dos metros de mi pero no la habia visto antes por su aspecto, tan antiguo como el de los pergaminos. Incluso tenia el mismo simbolo que uno de ellos, el mismo simbolo que el manual de la guerra. Demasiado tentador para ignorarlo.
La puerta se abrio con un perturbador chillido, pero mas inquietante fue lo que econtre dentro de ella. Estantes, un espacio de cuatro metros por tres repleto de estanntes cargados con armas y armaduras, armas de todo tipo y tamaño, suficiente como para nutrir a un pequeño ejercito. "Los despertares somos un pequeño ejercito" pense. ¿Coleccionaba Gin las armas d esus enemigos derrotados? Tenia la pinta de hacer esas cosas.
Habia un cajon contra un rincon, guardado casi escondido bajo el estante de unos curiosos escudos de madera y piel de cebra. Saque el cajon e intente abrirlo pero estaba cerrado, me deje llevar por el impulso de patear la cerradura pero la conciencia del error que eso seria lelgo despues de que la rompiera.
"Bueno, si Gin sabra que estube aqui al menos puedo saciar mis curiosidad" pense y abri el cajon. Iklwas, un cajon lleno de verdaderas espadas Iklwa zulues, cada una media poco menos de un metro, la mitad del arma era el largo mango de madera y la otra mitad el doble filo punzante:
Armas realmente bellas y letales, tome una entre mis manos y la sacudi para probar su resitencia al aire, era increible, tan filosa como una katana y mucho mas versatil, servia tanto para apuñalar com para cortar. Los zulues si que sabian hacer armas, segurmente a Gin no le molestaria que tome uno. Aunque, pensandoo bien, yo tenia dos manos y no pensaba usar escudo, tome un seundo iklwa y probe luchar contra un enemigo invisible con ambos al mismo tiempo, me sentia poderoso y habil, nadie me detendria con esas armas en mi poder.
Me coloque ambas armas cruzadas tras la espalda y me quede viendo el cajon, solo quedaba dos tercios de su contenido. "El iklwa tambien puede lanzarce, pero no seria buena idea quedarte sin armas en la batalla" pense maliciosamente y decidi tomar dos armas mas, asi me manejaria apartir de ahora, cuatro iklwas, dos cruzados tras la espalda y dos mas envainados en la cintura. SI algun dia nesesitaba mas ya sabia donde encontrarlos, ahora nesesitaba salir a probarlos al bosque.
Juimpa L. Angel- Alumnos
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